La industria musical bogotana, más específicamente, la cultura “chisguera” de la capital siempre ha estado al borde del abismo o del olvido, y, desafortunadamente la covid-19 llegó para poner en jaque este oficio en el que tantos músicos profesionales se desenvuelven cada fin de semana para sustentar sus vidas.
La candelaria, el chorro de Quevedo, y el Park Way, son los lugares en donde hay más concentración de bares en los que se permiten las presentaciones en vivo, y el “open mic” (o micrófono abierto); modalidad en la que quien desee puede subirse a la tarima y mostrar su talento, quedando a expensas de la generosidad del público.
Según el presidente de Fenalco, Jaime Alberto Cabal, 27.000 bares en la capital han tenido que cerrar sus puertas al público respondiendo a la pandemia producida por el nuevo coronavirus y a su incapacidad para pagar nóminas y arriendos, sin ingresos diarios.
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Manuel Pascagaza, baterista y residente de la capital nos cuenta las vicisitudes que ha tenido que atravesar a causa de la covid-19 y su perspectiva para el futuro que, por ahora, no promete mucho para el gremio musical.